Llega septiembre, el noveno mes del año, y celebramos con alegría el tercer
aniversario de Conexión Zaquencipa. En esta ocasión especial, participan
algunos de nuestros colaboradores para compartir sus experiencias, vivencias
y pequeños milagros en este mágico territorio. Me animo a usar la palabra
«mágico», porque en varios de los textos de esta edición número 35, nuestros
cómplices también la han elegido para describir este lugar entrañable.
Quizás la magia reside en la fuerza que tiene este territorio para atraer a
tantas personas que buscan vivir en comunidad, con todo lo que esto implica:
disfrutar juntos, aportar lo mejor de sí y servir desde el corazón. Y, por qué
no decirlo, es aquí donde se nos permite soñar con un mundo más allá de
lo establecido, que por tantos años quiso despojarnos de lo que realmente
somos o quisimos ser.
Hace algún tiempo, mientras deambulábamos por este valle, un amigo italiano
atinó a decir: «Este territorio es un punto de encuentro».
El Alto Ricaurte parece encender siempre esa chispa de asombro en quienes
lo habitamos, ya sea al encontrarnos con el atardecer, al descubrir un rincón
misterioso o en la bondad de su clima. También en la imponencia de sus
montañas, como animales prehistóricos, o en esta fantástica bóveda celeste
que nos acoge y cobija noche tras noche.
Esta tierra nos invita a sentir y practicar la gratitud por haber elegido este
hogar, por las maravillosas personas que encontramos en el camino, como si
el destino las hubiera puesto ahí, como si hubiéramos esperado por ellas toda
la vida; y siempre sorprendidos por su creatividad, cariño y alegría.
Y hablando de gratitud, expresamos un profundo reconocimiento al equipo,
y a todos los colaboradores que hacen posible que, mes tras mes, Conexión
Zaquencipa llegue a los corazones de nuestros lectores. También a quienes
han apoyado este proyecto, para que siga siendo un espacio que nos invita a
reflexionar y a celebrar lo fascinante de estar conectados con esta ancestral y
entrañable región.
Gracias a nuestros lectores quienes nos dan la razón de ser.
